Hace días que no publicamos nada…¡¡¡No os vayáis a pensar que llevamos todo este tiempo de vacaciones!!! ¡Ojala! ¡Para nada! No hemos parado con mucho trabajo tanto en Ruido de Cacerolas como con otros proyectos que tenemos entre manos como organizar un intercambio con los pueblos con los cuales estamos hermanados en San Mateo. Nos ha llevado mucho trabajo y tiempo organizar la acogida de casi 80 amigos franceses y alemanes durante la semana del 20 al 26 de Agosto.
En fin, ya ha pasado todo y ahora toca ponerse al día en las entradas de nuestro blog.
Puesto que acabamos de comentar el tema del intercambio, os enseñamos 2 cositas que hicimos para aquella semana de su estancia en San Mateo:
- Una tarta Volcán “Puy de Dôme”: es el volcán más emblemático de la región de Auvernia, región de los pueblos hermanados con San Mateo: Les Ancizes-Saint Georges. Lo realizamos para el primer concurso gastronómico internacional que tuvo lugar la semana pasada y en el cual se juntaron unos 30 platos de los 3 países implicados: Francia, Alemania y España. Un jurado se encargó de determinar los 3 primeros premios y luego cenamos todos de todos estos platos (un total de 120 personas!!!). Esta tarta ganó el premio de la Originalidad. Era un bizcocho de vainilla con relleno de fresa y chocolate con avellanas cubierta con fondant verde.
Finalmente, también queríamos comentar que nos estrenamos dando nuestro primer taller de galletas decoradas durante aquella semana.
Ahora que todo ha pasado, puedo confiaros que estábamos un poco nerviosos, porque por ser primera vez, se nos apuntaron unas 25 personas de golpe (entre 6 y 45 años) y además, tenía que ser un taller trilingüe: francés, español y alemán!!! Añadir a esto que fue de las 17.00 a las 19.00 con una temperatura de unos 40ª fuera y sin aire acondicionado! Así que os podéis hacer una idea de las condiciones idílicas del taller!!! Pero lo hicimos y creo que la gente estuvo muy contenta (por lo menos es lo que comentaban).
Lo que más nos gustó es que más de la mitad de las personas apuntadas, eran jóvenes de unos 15 a 17 años!
Dejamos secar las galletas hasta el día siguiente y luego se las empaquetamos todas individualmente para que se las pudieran llevar a sus países respectivos.
Creo que si hemos sido capaces de “sobrevivir” a este taller, ¡podremos organizar cualquier otro que se nos ponga por delante! ¡Una experiencia buenísima!
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